Son muchas las veces que nos ocupamos en conocer y dominar las herramientas que nos ayudan a hacer llegar nuestro mensaje más lejos. Está bien, pero ¿no deberíamos antes tener claro quiénes somos y hacia dónde vamos?
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La verdad es que esto de saber quiénes somos y cuál es nuestro rumbo no es tarea fácil. Conozco personas suertudas que desde muy jovencitas conocieron su rumbo y también conozco otras que anduvieron siempre por caminos preestablecidos sin nunca ocuparse de buscar el suyo propio. También están las inquietas que siempre buscaron mucho, que anduvieron varios caminos diferentes y que finalmente dieron con su rumbo propio ya peinando canas. Sea como sea, quien finalmente es capaz de encontrar “su rumbo”, que no “el rumbo”, parece que encuentra la ansiada felicidad.
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Aristóteles, el filósofo de la finalidad, decía que «la felicidad es el significado y el propósito de la vida”. Y no se quedaba ahí, también decía que a la felicidad se podía llegar actuando desde la razón y cultivando la virtud. Es un camino que debe forjarse, si quieres, pero ¿por qué no ir en busca de la ansiada felicidad si sabemos cómo ir hacia ella?
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Aristóteles imaginó de hecho tres tipos de percepciones de la felicidad. Una basada en lo material, otra basada en el reconocimiento de los demás y finalmente aquella por la que él abogaba: la sabiduría y la satisfacción personal intrínseca. Así pues, si aplicamos su fórmula, se trata de ser capaz de conocerte bien y encontrar aquello de valor que puedes dar a los demás. Encontrar lo que te gusta hacer, lo que te es fácil, con lo que fluyes y que te da esa satisfacción intrínseca. Y una vez encontrado deberías buscar las herramientas para hacerlo cada vez mejor ya que, en palabras del mismo Aristóteles, “solo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego”.
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¿Te imaginas ser capaz de dar con aquello que te dé ese bienestar interior? ¿Con ese rumbo, ese propósito? ¿Con ese gran por qué?
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Y es que las personas auténticas no son únicamente aquellas que dicen lo que piensan, sino también aquellas que caminan guiándose por su propia brújula. Aquellas que se calibran gracias a sus valores, sus fortalezas y a aquello que saben hacer de forma genuina.
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Hoy en día está más que de moda empezar a comunicar por el why (el porqué), por aquello en lo que creemos, y dejar para más adelante el cómo lo hacemos y el qué hacemos exactamente. Y es que ya no se habla únicamente del propósito personal, sino incluso del propósito corporativo. Las compañías han dejado atrás aquellas frases de su misión y su visión, para construir un propósito común que compartir con sus empleados, sus clientes y con toda la sociedad en general. Un propósito común que marque el rumbo que les tiene que llevar al éxito.
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Tu #propósito, tu felicidad
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Si vives en Barcelona, te animo a acercarte el próximo 21 de noviembre al próximo MeetUp PersonasConMarca: Tu propósito, tu brújula donde justamente gracias a Agustín Vidal y a su experiencia personal, compartiremos sobre la importancia de descubrir y compartir tu propósito.
Agustín lo descubrió hace unos años y dejó su anterior trabajo vinculado al mundo del vino para introducir a las personas en la meditación de una forma fácil, práctica y divertida.
¡Te espero! :)
Gracias Alicia. Interesante, breve y útil reflexión. Y en un tema complicado sobre el que es escribe mucho. En estos tiempos, más que nunca quizá, conviene rescatar las ideas de los clásicos y de la filosofía oriental que tratan a fondo «la felicidad». Aporto una cita de Seneca que me encanta: «Nunca sopla el viento favorable para el que no sabe a dónde va».
Roberto, gracias por dedicarle un tiempo al post y comentar aquí.
Comparto contigo que los «clásicos» tienen respuestas a muuuuchas de las preguntas de «hoy».
Me encanta la cita de Séneca y además la comparto. Y es que es cierto, ya que cuando «si tienes» el rumbo claro hay veces parece que todo se alinea para ayudarte a llegar :)